Con respecto a la violencia contra la mujer podemos hacer tres afirmaciones:
1ª. La violencia en general es una estrategia de conducta eminentemente masculina. 2ª. La violencia de género es esencialmente unidireccional: el hombre es el agresor y la mujer es la víctima. 3ª. Al año se producen miles de delitos contra la mujer por el hecho simple de ser mujer. Existe la violencia de género, y debemos dejar de pensar que este tipo de violencia es un efecto más o menos natural, nada deseable pero inevitable, de las relaciones entre hombres y mujeres. Pero la violencia contra la mujer no es simplemente un fenómeno que tenga que ver con las historias personales de agresores y agredidas; no es un tipo de violencia subjetiva, sino que implica a dos ámbitos más: el social y el cultural, convirtiendo el fenómeno de la violencia contra la mujer en algo estructural. En este ámbito, podemos distinguir tres tipos de violencia: - Violencia conyugal Este tipo de violencia afecta a los sujetos concretos y con él vamos a hacer referencia a la violencia que un cónyuge o ex-cónyuge; novio o ex-novio, pareja o ex-pareja, ejerce sobre su mujer. Es el nivel de la historia personal más asequible a todos nosotros a través de los medios de comunicación, o de las personas que conocemos. En este nivel sólo se puede operar cuanto se ha producido el proceso de victimización y, por tanto, las acciones que se pueden tomar para combatirlo son sanitarias (médicas psicoterapéuticas) y judiciales, estando encaminadas a la protección y recuperación de las víctimas, y a la persecución y rehabilitación de los agresores. - Violencia contra la mujer o violencia de género Hace referencia al ámbito social y también puede llamarse de género, si admitimos el significado del término inglés gender, de donde procede. Con él vamos a hacer referencia a la violencia que una mujer sufre en la sociedad por su condición de mujer y es ejercida por instituciones (o por personas concretas pero favorecidas por instituciones que no persiguen punitivamente o preventivamente esas conductas). Ejemplos de este tipo de violencia sería: dobles jornadas laborales, menos sueldo por el mismo trabajo, violaciones de la integridad sexual, expectativas traumáticas, creencias religiosas, etc. Manifiestan el lugar subordinado de la mujer en las sociedades en comparación con el hombre, y sólo se puede acceder a un conocimiento de este tipo de violencia a través de las estadísticas. Se fundamenta a través de los intereses que se derivan de ligar a la mujer y no al hombre, a su condición de cuidadora de menores y mayores dependientes: ser madre y esposa. De este modo, por ejemplo, los estados se ahorran un enorme capital y esfuerzo a la hora de la organización social, porque si esa tarea no la cumplen las mujeres: ¿quién lo va a hacer? Asimismo, se libera a la sociedad de un sistema conflictivo de interacción entre individuos, ya que la mujer, ligada a lo doméstico, deja de ser una competidora directa del el hombre en la esfera productiva, de poder, etc. La desigualdad económica y social sería una de las manifestaciones más importantes de este tipo de violencia. - Violencia doméstica o contra lo femenino Tiene que ver con el ámbito de la cultura y hace referencia a todo el sistema de valores de subordinación, dentro del que lo femenino siempre es interpretado como sumisión y dependiente de lo masculino, que es interpretado como dominio y modelo de referencia. Ejemplos de este tipo de violencia son las ideas (sistema de valores) que solemos tener acerca del amor y de la familia, que ligan de un modo indisoluble a lo femenino al ámbito de lo doméstico y lo alejan de lo político, ámbito propio de lo masculino. El resultado es que lo femenino no es autónomo con respecto a lo masculino y, por ello, nunca se podrá configurar un espacio social de auténtica igualdad. Estos tres tipos de violencia son interdependientes, siendo la violencia doméstica causa de la violencia de género y de la violencia conyugal como fenómeno generalizado, ese que produce miles de víctimas al año: 311.502 registrados a 311 de diciembre de 2013, según manifiesta el informe del Sistema de seguimiento integral en los casos de violencia de género del Ministerio del Interior[1]. Esta interdependencia implica que, desde la perspectiva de la prevención, en el caso del sistema educativo, debamos abordar el tema desde el reconocimiento y la transformación del sistema de valores culturales que subyacen a la violencia conyugal y de género; y esto es, precisamente, el objeto de nuestra programa de intervención. Para abordar el tema del reconocimiento y de la prevención hay dos aspectos muy importantes que se tienen que tener en cuenta: 1. La violencia contra una mujer, en su sentido biográfico o conyugal, no comienza cuando se produce una agresión física, y quizás tampoco cuando se produce un maltrato emocional (o como se suele decir, psicológico), sino que podemos decir que tiene su origen en aquellas conductas que las personas en general, y los sujetos de nuestra investigación en particular, suelen reconocer como manifestaciones de cariño: celos, control, aislamiento, dependencia, y que nunca se entiende como pérdida de autonomía. 2 .Debemos incidir en el hecho contrastado de que una vez que se cae en una espiral de maltrato, cuesta mucho salir de ella. Lo mejor que se puede hacer es evitar caer en una situación de malos tratos, y romper con la relación en el instante en que aparezcan las primeras manifestaciones del proceso de la violencia. [1]http://www.interior.gob.es/documents/642012/1626322/Informe+Estad%C3%ADstico+Sistema+VdG+-+Datos+al+31+de+diciembre+de+2013.pdf/e06d3a45-89d1-47dc-a175-779f83a9444d (23 de febrero de 2014).
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